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Sobre la estigmatización en la prensa de Curaçao



El pasado 3 de agosto pudimos ver, una vez más, como algunos de los diarios de Curaçao hacen uso de la nacionalidad en sucesos asociados a criminalidad. Solo que esta vez, al estigmatizar a los venezolanos en Curaçao, al mismo tiempo que a los curazoleños en Holanda, nos brindan una excelente oportunidad para reflexionar sobre el tema.

Hay que recordar una y mil veces que los delitos son acciones individuales. No tienen nacionalidad. Los cometen personas particulares, y es sobre ellos que debe caer el peso de la justicia. Ninguna nacionalidad en si misma puede ser criminal, o peligrosa, como tampoco podría ser altruista o confiable.

Cuando en un medio de comunicación se resalta la nacionalidad del delincuente en su primera página, se crea una imagen distorsionada de un colectivo de gente en la cabeza de los lectores. Este tipo de actuaciones podrían generar que personas inocentes, la inmensa mayoría, reciban un trato discriminatorio, e incluso ataques, por su sola nacionalidad.

En el caso del artículo publicado en el diario Nobo el día 3, el contenido de la noticia se refiere a una marcha en contra de la violencia y la criminalidad en un barrio de Ámsterdam organizado por una iglesia.  Una noticia enteramente normal. Sin embargo, llegando al final de la redacción, se menciona que uno de los organizadores cuenta que “su corazón se quiebra cada vez que ve que curazoleños, pero también gente de otras razas, cometen delitos en su barrio”. También se menciona que otra de las causas de la marcha es el asesinato reciente de un “criminal” curazoleño.

¿Por qué decide el diario Nobo titular el artículo como si fuese una marcha en contra de la violencia de los curazoleños? ¿Por qué destacar eso incluso en la portada del diario?

La respuesta es simple. El diario Nobo seguramente va a vender más ejemplares al poner en portada un ataque en contra de los curazoleños en Holanda. Sin embargo, mientras lo hace, ayuda a reforzar la idea en la mente de sus lectores, de que el pueblo holandés agrede al pueblo curazoleño, o que el pueblo curazoleño va a cometer crímenes en Holanda. Ambas cosas mentiras y ambas peligrosas.

En el caso de la portada del diario Vigilante de ese mismo día, destacan la detención de un presunto delincuente que atracaba a turistas. En este caso el diario destaca la nacionalidad venezolana del agresor y hasta ponen su foto. Es la noticia más importante del día para ellos.

Sin lugar a dudas que el hecho reportado es condenable. Pero, al igual que en los sucesos ocurridos en el barrio de Ámsterdam, la nacionalidad del presunto delincuente nada tiene que ver con los hechos. No fueron los venezolanos los que atracaron a unos turistas. Fue una persona en particular la cual, sin importar cuál sea su nacionalidad, tiene también derecho a que su nombre y foto sean protegidos hasta tanto exista una sentencia en su contra. Al menos así se suele hacer en la prensa local cuando el implicado no es extranjero.

Insistir en resaltar un cierto atributo personal o social de los delincuentes, lleva a pensar que todos los que poseen ese atributo son iguales. Es una irresponsabilidad. Nadie es ni más, ni menos peligroso, por tener algún color de piel, o por ser de alguna religión, o por tener una cierta nacionalidad.

Una sociedad que enfrenta unida sus problemas es, necesariamente, más fuerte. Por el contrario, la desunión y la desconfianza entre personas que viven juntas, que navegan en el mismo barco, impiden el avance rápido que podría favorecerlos a todos.

Evitemos los ataques injustos. Seamos responsables con nuestros comentarios y, sobre todo, pidámosle a los que dirigen los medios de comunicación que también ellos lo sean.

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