El siguiente texto es un fragmento de mi artículo publicado en la Revista Cultural Kristof de Curaçao, la cual dedica la totalidad de su último número (diciembre 2019) a temas migratorios.
Atraer inversionistas a cualquier economía es siempre deseable. Sin embargo, para que el resultado de lo que invierten estas personas sea sustentable, se requiere de una cierta “masa crítica” de consumidores. Un mercado. La población de Curaçao, tal como se ha dicho muchas veces, debería ser al menos el doble de la actual para alcanzar ese nivel de auto sustento. La isla necesita no solamente inversionistas, necesita también un mercado de compradores.
Atraer inversionistas a cualquier economía es siempre deseable. Sin embargo, para que el resultado de lo que invierten estas personas sea sustentable, se requiere de una cierta “masa crítica” de consumidores. Un mercado. La población de Curaçao, tal como se ha dicho muchas veces, debería ser al menos el doble de la actual para alcanzar ese nivel de auto sustento. La isla necesita no solamente inversionistas, necesita también un mercado de compradores.
¿Pero, qué características deberían tener las personas que podrían ayudarnos a aumentar nuestra población?
Si bien es cierto que cuando queremos atraer turistas, lo deseable es atraer a gente que esté dispuesta a gastar dinero, cuando buscamos generar un mercado interno, lo que deberíamos buscar es personas con capacidad de trabajo. Muchos trabajadores y, de ser posible, también emprendedores. Gente que aporte mucho con sus impuestos y que consuma, relativamente, pocos servicios sociales.
La imagen mental que aparece cuando se dice en Curaçao “no deberíamos importar pobreza”, es la de campamentos de refugiados con familias a las que toca alimentar y a epidemias costosas que hay que combatir. Eso está muy lejos de parecerse al perfil de venezolanos que han llegado a Curaçao durante los últimos años.
Dadas las circunstancias, tal vez cualquier migrante venezolano podría ser considerado como “pobre” al salir de su país en estos tiempos. Recordemos que la pobreza es un estado temporal, no una condición permanente. Sin embargo, la formación, la necesidad de producir dinero y sobre todo la edad promedio de esos migrantes, hace de ellos un capital muy valioso para cualquier país que aspire a fortalecer su productividad.
De hecho, la emigración venezolana de los últimos años ha pasado por dos fases. En la primera etapa, comenzaron a migrar las personas con más alto poder adquisitivo buscando preservar sus patrimonios. También lo hicieron los profesionales más calificados como médicos y gente ligada a la industria petrolera. De esa primera oleada poco se aprovechó en Curaçao, aun cuando la cercanía con Venezuela hubiese hecho de esta isla, un lugar más que interesante para muchos de esos inversionistas y profesionales de élite.
En los últimos cuatro años el perfil de los migrantes ha cambiado. La inflación y la falta de oportunidades ha ocasionado un éxodo principalmente de jóvenes trabajadores y profesionales recién graduados. Muchos de ellos afrontan el reto de contribuir con remesas para el sustento de sus familias dentro de Venezuela.
En resumen, atraer capitales y aumentar la población trabajadora en la isla, son dos de nuestros retos fundamentales. La migración de jóvenes locales a otras latitudes para estudiar y la baja tasa de reproducción en la isla agravan el problema. Aprovechar la oportunidad de recibir, aunque sea temporalmente, a un conjunto de trabajadores que circunstancialmente ha llegado a Curaçao no pareciera ser perjudicial en términos económicos. No constituye importación de pobreza.
Excelente análisis y muy cierto lo que se señala con una visión integral del tema de la migración venezolana y las ventajas para los países que la reciben.. Felicitaciones!
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